Hay ciertos recuerdos que no se disuelven en el tiempo, ni siquiera en la eternidad
Moby Dick,
Herman Melville

Keiko no nadó en SeaWorld

Escuché un podcast referente a ella
leí dos o tres poemas donde aparece
y algunos artículos.
Keiko nunca aprendió el canto de las orcas
tampoco el lenguaje del capital,
de las ganancias o las regalías.
No entendió que su plusvalía
era demasiado alta como para ser saldada
con peces muertos y cardumen congelado.
Es aquí donde pregunto:
¿Qué pensaría Keiko
o Willy de este poema, en donde ella
es antesala para hablar de ti?
Es probable que exista un canto
para reclamaciones en lenguaje cetáceo.
Una ballena; [dicen] es un país
que guarda más parentesco
con las secuoyas de California
que con nosotros.
Es el retrato de una niña algo asustada
que posa con un cetáceo a sus espaldas
por indicaciones de su padre.
Una orca y tú caben dentro del poema;
en el imaginario colectivo,
en un santuario en Oregón, Noruega, Islandia
o en un acuario de 40 metros,
este último suficiente para ti, pero no para ella.
Ni tú ni yo conocimos a Keiko en
¿persona?
Pero existe la posibilidad mínima
que hayas visto el espectáculo marino
durante un viaje familiar a San Diego
de algún pariente en sexto grado genealógico
de Willy.
El temor de ser aplastado
por un mamífero acuático lo desarrollé
viendo en mi niñez
Cuando los animales atacan.
Tú tuviste 0.000004%
más probabilidad que yo
de sufrir este evento.
Pero hablemos más de ti
guardas más parecido
con una nutria (animal más de tu agrado)
que con Keiko
ya que son mamíferos euterios,
aunque entiendes de amor y soledad de estrés y alegría como la orca.
Eres un guijarro risueño
con la presencia de un iceberg negro.
Atisbas y tratas de entender lo terrenal,
a pesar de ser un ser de agua.
Nadie sabe con certeza
qué comunican los silbidos
y pulsos de la nutria,
tal vez un “Fulano de tal soy de la familia tal”
Y se han estudiado
los chasquidos de las orcas
con los cuales coordinan ataques
a los bancos de arenques
“Tú les caes por la izquierda y yo por arriba”
Cada ser muestra al mundo
lo que puede aprehender de él
sin morir en el intento.
No puedo crear un canto de 52 hercios
con el cual decir que sigo
descifrando y aprendiendo
cuál es tu lenguaje del amor.

La norepinefrina ayuda
con los recuerdos de estímulos
y detalles nuevos en el proceso
del enamoramiento.
Humanos y cetáceos ocupamos
los primeros lugares de la lista de seres vivos
con mayor cociente intelectual:
las orcas aparecen en tercer lugar.
A pesar del gran tamaño de su cerebro ellas se han propuesto
a no enamorarse nunca de nosotros.
Aunque
en su voz había un gruñido que era como un abrazo,
es solo eso: un ruido de animal.

Mayo siempre me pareció el papá de los demás meses a.k.a.
Cuando naciste creí que eras la reencarnación de Eugenia Garsin

A Leonor Flores Galarza

Mira que escribo desde el otro lado de mi ser.
He entendido (a pesar de ser un distraído)
que tú eres la más bonita
concatenación de lo infinito, eterno
y único
de esta vida
y tu posible reencarnación.

Garsin contaba historias
a sus hijos sobre textos sagrados judíos
de cosmología sefardí
historias del rey Salomón
Talmud o aventuras de Johá
un quijote folclórico
que en su locura ladina y fábulas
se encontraban
la sabiduría de lo cotidiano
y amor por todo lo bello del mundo.
También contaba sobre
el origen de la familia materna,
donde ella rastreo
en su clase de Parentesco
ser familiar de Spinoza,
el filósofo que formuló a Dios
como una sustancia con atributos infinitos
la cosa que no se puede subordinar ante nada.
El parentesco con Spinoza le valió al más
pequeño de sus hijos para más grande
decir que provenía
de una familia de abolengo y riqueza.
Amadeo se convirtió en artista
y la hija y nieta de Eugenia
en historiadora del arte.

Lo que intento decir:
Es que esa energía rebelde y suprema
que Baruch quiso describir en su Ética
la alcancé a percibir por vez primera
cuando agarraste con tu mano
mi índice izquierdo.

También intento decir que eres mi
alegría acompañada de la idea de una causa exterior.
También intento decir
que me gusta imaginar
que a pesar de ser un poco johá
también soy para ti un poco mulá.

Fotografía tomada de Lori Designs

Edgar A. Flores Bravo (San Luis Potosí, México, 1991). Lector, R.H y estudiante. Cursó Lengua y Literatura en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y Filosofía y Letras en la Universidad Autónoma de Zacatecas. Le interesan géneros literarios como la poesía, la narrativa y el ensayo. Publicó La permanencia del deseo, en Editorial Décima Letra. Es parte del taller literario LOS CAIFANES O DIEZ AÑOS DESPUÉS DEL AMOR a.k.a. El Retorno de los Pulqueros Literarios.

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